Más de 20.000 personas se reunieron cada noche en el «Carnaval del País» en Gualeguaychú, considerado la mayor fiesta a cielo abierto de Argentina. A la edición 2024 le quedan tres noches: este lunes, y los sábados 17 y 24 de febrero,
Todo Entre Ríos vibra al ritmo del Carnaval, con Gualeguaychú como el epicentro festivo
El Rey Momo fue desenterrado y avivó el verano en todo Entre Ríos durante este fin de semana largo de carnaval, con baile y diversión en diversas ciudades, cada una con modalidades y tradiciones distintivas, todas repletas de ritmo, color, estilo y alegría que llamó la atención de miles de turistas que participaron de una liberación espiritual y corporal a través de la danza, la música y la fiesta.
Más de 20.000 personas se reunieron cada noche en el «Carnaval del País» en Gualeguaychú, considerado la mayor fiesta a cielo abierto de Argentina, la cual contó con cuatro comparsas con majestuosas carrozas, un gran vestuario adornado con plumas, disfraces de todo tipo, luces de colores, alegría y energía.
A las 22, la pasarela del primer Corsódromo de Argentina -inaugurado en 1997- empezó a vibrar, despertando los sentidos y atrapando la mirada de turistas de todo el país y la región, principalmente de provincia y Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Rosario y Uruguay.
«Querían fiesta, querían carnaval, ya llegó Kamarr», abrió la noche la comparsa con ritmos carnavalescos y afro, con un cambio de paradigma en la confección de los trajes, y con una gran murga que hizo mover a todas las tribunas: «Suenan tambores y se despierta la madre tierra».
Es que para este año, el Centro Social y Cultural Sirio Libanés invitó a todos a un viaje reflexivo con la historia de «Chá», una persona que tras vivir en un laberinto de pantallas, y llamado por el canto de aves y tambores que lo envuelven en un trance, cruzó un portal.
Junto a un lobo misterioso, emprendió un camino para conectar con la naturaleza y las raíces ancestrales, el vínculo entre el pasado y el futuro.
Además, Kamarr decidió este año «llevar a fondo» la temática y eliminó las plumas reales de los trajes por primera vez en la historia del Carnaval de Gualeguaychú, y colocó unas sintéticas de diferentes materiales.
La decisión fue «netamente por la temática», contó Raúl Galarraga, director de la comparsa, y remarcó que «era contradictorio hablar de volver a las raíces y cuidar la naturaleza si usábamos plumas naturales».
«El animal no se mata para sacarle su pluma pero se arman criaderos para poder comercializar sus plumas y eso si es un maltrato», agregó a El Día.
De igual modo, los disfraces no dejaron de ser coloridos y llamativos, y la comparsa desplegó los misterios, revelaciones y conexiones con la naturaleza a lo largo de los 500 metros de la pista y por casi una hora.
O’Bahia no dejó respiro y cerca de las 23 reavivó «la locura del carnaval», llenando de felicidad el Corsódromo y convocando a «abrir las alas».
La segunda comparsa más antigua de Gualeguaychú hizo honor a su escudo (azul y blanco con un pez tocando el tambor) y despidió la última hora del domingo a puro ritmo.
«Podrás soñar y volar, podrás creerte quien quieras ser, donde quieras y como quieras, siempre y cuando exista en tu corazón la pasión», remarcó la comparsa del Club de Pescadores de Gualeguaychú con su temática «vuela» con la que busca su quinta coronación.
Foto: Laura Cano
En el primer minuto del lunes, salió a la pista Papelitos (Club Juventud Unida), 11 veces campeona, coronada en las últimas dos ediciones y tras un año de trabajo con el que quiere lograr el tricampeonato.
Nacida en 1977, dos años antes que el formato actual que comenzó en 1979, se trata de la comparsa más antigua, y fue acompañando el crecimiento del carnaval con más comparsas, trajes, preparación, murgas y público.
«Papelitos te vuelve a enamorar y te invita a ser feliz, ser feliz es carnaval», cantó la banda que lleva un león en su escudo y que rugió como un vikingo por la temática «Valkë».
La pasarela contó la historia de una aldea vikinga en la que Wunjo, hijo del jefe de la tribu y heredero del trono, no quiere más guerras con otras tribus de la isla y busca ser artista, pero es calificado como «diferente».
Una mañana encontró a Valkë, un lugar lleno de pinturas, esculturas y sonidos y donde la gente se reunía «para ser ellos mismos», entre máscaras coloridas, carros ornamentados y hermosas melodías.
Se trata de «una historia emotiva y esperanzadora sobre aquellas personas que luchan contra los prejuicios, buscando e intentando ser quienes quieren, sienten y deben ser», confirmaron desde la comparsa.
Pocos minutos después de la 1 de la madrugada del lunes, Marí Marí salió a la pista para cerrar la noche con su «amanecer prohibido» que redobló la apuesta y multiplicó la alegría que ya había en el Corsódromo.
«Nos robaron el sol pero trajimos la alegría. Que viva el carnaval y ya nada va a ser igual», reclamaba la mayor campeona conocida como «la aplanadora», que busca su estrella número 23.
Marí Marí hizo honor a su símbolo de sol naciente y con una gran impronta carioca relató que un día «la mañana no pudo distinguirse de la noche, todo se hizo sombra y terror y el sol fue capturado por las fuerzas de la oscuridad».
Con un gran despliegue de vestuario, música y batucada, la banda contó que el miedo «reinó en la tierra, el hechicero de la oscuridad se proclamó amo y señor del mundo, y las almas apagaron sus esperanzas hasta que se reveló una profecía antigua: Marí Marí».
A la edición 2024 le quedan tres noches: este lunes, y los sábados 17 y 24 de febrero, con entradas que pueden adquirirse en www.ticketek.com.ar o en las boleterías del Corsódromo.
Por otro lado, en Entre Ríos hay una gran variedad de carnavales, donde se juega con espuma, en otros el público se disfraza e incluso lugares donde la gente interactúa en la pista.
En casi todas las localidades se generan corsos barriales, murgas y presentaciones temáticas que les dan color, brillo y alegría, y también los turistas llegan para disfrutar de termas, playas, paisajes y lugares históricos.
El color y la alegría del carnaval recorrió cada rincón de Entre Ríos
Comparsas majestuosas y trajes con mucha ornamentación se destacaron por el Corsódromo de Gualeguaychú en las primeras dos noches del fin de semana largo de carnaval, pero también las jornadas veraniegas se llenaron de color y alegría con murgas, carrozas, desfiles y máscaras en muchas ciudades de Entre Ríos.
Con un promedio de 1.600 vehículos por hora ingresando a la provincia durante el primer día, las ciudades ofrecieron su espíritu festivo y comunitario carnavalesco, y una agenda de actividades que incluyen naturaleza, descanso y recorrido por la historia entrerriana.
Los turistas -que provenían principalmente de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe- ocuparon más del 90% de las cerca de 50.000 plazas hoteleras y extrahoteleras (casas de familia, por caso) que se distribuyen en toda Entre Ríos, y muchas ciudades vieron su capacidad colmada.
Desde 1970, la ciudad de Victoria es la Capital Provincial del carnaval, con la fiesta más tradicional, y con noches llenas de máscaras, carruajes, escolas, murgas y batucadas, que tuvo su segunda jornada este fin de semana y recibió a más de 10.000 personas, principalmente de la región.
«La felicidad fue inmensa, vamos a distinguirnos con entradas populares, porque es fundamental divertirse», dijo la intendenta, Isa Castagnino.
La particularidad de los corsos en esta ciudad, a unos 70 kilómetros de Rosario y 117 de Paraná, es que uno puede admirar el paso de las murgas pero también vivir la experiencia desde adentro, bailando y luciendo por las calles un sinfín de originales y divertidas máscaras.
«No es un espectáculo para sentarse a mirar», afirman quienes conocen, ya que la noche invita a jugar con espumas, disfrazarse y acompañar a las batucadas.
A sólo 80 kilómetros de Paraná, Hasenkamp propone un evento hecho a pulmón en donde el pueblo de unos 6.000 habitantes predispone todo de sí para el carnaval, que convoca a más de 8.000 personas por noche y que incluso pueden salir a la pista, en un clima muy familiar.
Las comparsas Malibú y Marumba, reconocidas a nivel nacional y con 50 años de trayectoria, llevan carrozas imponentes y trajes de gasa francesa, perlas y plumas.
«Somos un carnaval con mucha historia, y todas las casas están trabajando durante el año» para la fiesta, contó a Télam el intendente, Hernán Kisser.
Por otro lado, el festejo más antiguo del país se encuentra en Concepción del Uruguay, que desde 1802 celebra las noches de verano al ritmo de los tambores y los bailes.
En el barrio «Los Naranjos», los descendientes de africanos se reunían a tocar y danzar, la ciudad tomó como suyos estos ritmos y hasta el mismo gobernador, Justo José de Urquiza, organizaba para 1850 los festejos en el Palacio San José, que luego trasladó a la plaza general.
Para la década de 1960 era considerado el festejo más importante, con juegos con agua perfumada y espuma entre el desfile de carrozas, mascarones y cabezudos; y desde este siglo se realiza en el Corsódromo local, con shows de humor y mucha risa, baile y fiesta.
Este fin de semana desplegaron su arte la comparsa Mascarada con «cuerpo y alma», Urugua-í recorrió sus 27 años mostrando «los tesoros del Iberá», y Unidos do Bahía se presentó con «una delirante confusión».
Otra festividad histórica tiene lugar en Rosario del Tala, cerca del corazón entrerriano, donde hace unos 110 años lo que comenzó como un desfile barrial de los clubes se convirtió en una gran fiesta de magia, brillo y color.
En Santa Elena, Chajarí, Gualeguay, Federación, Nogoyá, Paraná, San Salvador y Concordia, entre otras, las noches de verano también se llenan de expresiones culturales, batucadas, espuma y alegría, donde la participación y la solidaridad reinan por las calles.
La historia del carnaval de Gualeguaychú y cómo llegar
El carnaval de Gualeguaychú comenzó en 1876 como un corso por las tardes, ya que la ciudad no contaba con adecuada iluminación, y con disfraces muy variados.
En 1879, la Municipalidad creó un reglamento y determinó que los días 23, 24 y 25 de febrero se daría el «juego de carnaval», iniciando a las 11 con un toque de campana, y cerrando a las 16 con otra campanada.
Recién en 1907, con la llegada de la electricidad, los corsos empezaron a tener más importancia, y durante el siglo XX fue transformándose con importantes comparsas como la de Nerón, que representaba al emperador romano, y que alcanzó los 200 integrantes.
Hoy en día unas 12 carrozas de todo tipo se despliegan con más de 50.000 plumas, algunas sintéticas por primera vez en la historia, y más de 1.000 personas desfilando por noche.
Para llegar al Corsódromo desde la ciudad de Buenos Aires, a unos 240 kilómetros, se debe ingresar a Entre Ríos por el puente Zárate-Brazo Largo, tomar la ruta nacional 12 hasta la localidad de Ceibas, y luego la autovía nacional 14 hasta el acceso a la ciudad.
Desde Santa Fe, por ejemplo, el camino comienza en el Túnel Subfluvial, continúa por la ruta nacional 12 hasta Nogoyá, y sigue por las rutas provinciales 39 hasta Rosario del Tala, y por la 20 hasta la ciudad del Carnaval.